lunes, 13 de febrero de 2012

MICRORRELATOS EN L'ESCOLA D'ESCRIPTURA DE L'ATENEU



La camisa blanca
Lo había escuchado muchas veces. Las madrugadas eran muy malas. En su día no había acabado de entenderlo. ¿Por qué tan malas? El caso es que ella estaba allí, justo hacia las seis de la madrugada.
Tendida junto a él, abrazando la esperanza y el nuevo día. Tenía que apresurarse; casi eran las siete y las tiendas abrían a las 9.30. No podía detenerse ni pensar, y, sobre todo, no llorar.
Era fuerte e ingenua. Debía comprar la camisa blanca; la más sencilla pero, eso sí, la más elegante. Y también una corbata nueva gris o azul, sus colores preferidos. Tenía que apresurarse. Ese día, precisamente ese, debía  estar más guapo y elegante que nunca. Era muy presumido y sobre todas las cosas, bondadoso y sencillo.
Ya había comprado la camisa blanca. Estaba desabrochando aquellos interminables botones, cuando sonó el timbre de la puerta y tuvo un sobresalto. Allí estaban unos personajes negros y torvos, que dijeron ser de la funeraria. La apartaron a un lado, tenían prisa. 
Rosa Rius


  
Reserva del 73
¡Venga, Paco! Vamos a celebrarlo que ni tú ni yo tenemos intereses en este asunto.
La Manolita, que por algo es funcionaria, me lo ha explicado todo, pero que muy requetebién. Escucha:
La Merkel, el Sarkozy, y ahora el Rajoy, están en el lío. Ya sabes, que si déficit “cero”, recesión, el paro, el Fondo Monetario Internacional; bueno, Alí Babá y los cuarenta ladrones.
Así es que tú jubilado, yo mis labores, y todo eso, ¡ni caso!
Busca aquel huevo que teníamos en la nevera, y hacemos una tortilla para los dos. Y sobre todo, encuentra aquella botella de vino de Rioja que nos regalaron cuando éramos algo. Y eso sí, ni tele, ni radio, ni prensa, no nos vayan a fastidiar la fiesta.
¡Tú y yo con el vinito, y a celebrarlo!
Rosa Rius





La importancia del amor
Veinte años de casados habían requerido mucha comprensión, mucho diálogo y mucha paciencia. Habían logrado tener cada uno su espacio y compartir unas horas al final del día para poner en común todo aquello que habían descubierto y aprendido.
ADÁN: ¿Sabes a quién he visto hoy?
EVA: ¡Ay, no sé por qué la sopa ya no me queda como antes!
ADÁN: A ese que siempre decía que tú y yo estábamos hechos el uno para el otro.
EVA: Debe de ser el agua, o quizás la vitrocerámica nueva. No sé.
ADÁN: Y es verdad. ¿Qué haría yo sin ti?
EVA: Suerte que a ti te gusta todo lo que cocino.
ADÁN: Ya va siendo hora de irse a dormir.
EVA: Me ha cogido sueño aquí sentada.
Elena Llompart





Camp i ciutat

Els temps eren difícils. A pagès hi vivia un pare amb quatre fills. La mare morí de malaltia poc després de néixer el petit.
L’home, enfeinat pel treball  del camp i per les tasques de casa, veia  que no podia atendre els fills com desitjava i els nens necessitaven; decidí, en presentar-se-li l’oportunitat, deixar en diferents famílies dos dels fills.
Dividida la família, el pare establí el costum de, dues vegades l’any, reunir els quatre fills a casa seva, per passar dies junts.
En una de les estades de la filla el pare li va dir:
-Digue'm com et portes a casa dels Senyors Rius. Si no et portes bé o no aprofites els estudis,  hauràs de tornar aquí i et passarà com ens passa a  nosaltres...
La nena es preguntava què devia ser allò que els passava...Quan era a casa del pare, bé prou que veia que per menjar calia llaurar, regar, esporgar, sulfatar; veia que es treballava fes el temps que fes, s’adonava que les tasques començaven quan albirava el dia, s’acabaven amb la posta del sol
El temps passà,  la noia no deixà de fer-se la pregunta, "Què els  passava als germans i al pare? El to de l’avís del pare semblava dir-li  que  treballar al ras no era  el que desitjava per a ella. La vida per ells  era dura.
Acabats els estudis, la jove trobà feina en allò pel que s’havia preparat: secretaria de direcció; va estar-hi treballant anys, fins que l’empresa tancà.
Aleshores va estar  temps sense trobar feina, fins que un dia va llegir l’anunci: "Es demana treballador/a responsable per ocupar-se de garden; feines a fer: regar plantes, treure  fulles mortes, esporgar petits arbres”.
Ja veus, la secretària fent de  jardinera,  treballant  al ras, fes el temps que fes, satisfeta i força més divertida que dins d’un gris despatx al mig de la ciutat.
La  vida dóna molts tombs. Ella encara es  pregunta: Què era el què els  passava al pare i als germans.

                                                 M. ROSA FLORENZA

No hay comentarios:

Aquñi dejo mis artículos más recientes aparecidos en La Vanguardia. Espero que los disfruten. :-)